dissabte, 17 de maig del 2008

article de Màrius Serra sobre les Elnes


Nenes a la Maternitat d'Elna jugant amb l'aigua i prenent el sol l'any 1942 a la França ocupada pels nazis.
Veient aquesta imatge s'entén allò que deia l'Elisabeth Eidenbenz : la Maternitat d'Elna era una illa de pau enmig d'un oceà de destrucció

Razones para llamarse así
Màrius Serra La Vanguardia - 15/05/2008
De niño, siempre fui el único Màrius de la clase y diría que del colegio. Al principio eso me inquietó, pero con el tiempo fui cogiéndole gusto. Estaba claro que mis padres lo habían escogido porque mi tío ya se llamaba Màrius. Pero a él, nacido en Vilanova i la Geltrú en los felices años veinte y al que sólo conocí enfundado en el hábito de monje cartujo, ¿por qué narices le habían bautizado con un nombre tan poco usual en su época? Pues por pura gandulería. Como no se estilaban los diccionarios de nombres, mis abuelos empezaron a estudiar los que salían en el santoral día tras día en un Calendari del Pagès. Lo cierto es que atacaron con entusiasmo sus 365 páginas pero se cansaron pronto. Sólo llegaron al 19 de enero, gloriosa onomástica que san Màrius comparte con san Canut. Por esa comprensible pereza lectora mi tío se llamó Màrius, yo me llamo Màrius y mi sobrino veinteañero también. No me quejo, aunque Canut tampoco estaría mal, con la de canas que me están saliendo. Tanto narcisismo onomástico viene a cuento porque el próximo 8 de junio un grupo de niñas homónimas se harán una foto histórica. Hace tres años se publicó La maternitat d´Elna (Ara), un libro de Assumpta Montellà que relata un episodio de nuestra guerra sucedido en la localidad norcatalana de Elna. Entre 1939 y 1944 la suiza Elisabeth Eidenbenz salvó la vida de 597 niños al darles cobijo en una residencia regida por una fundación de capital suizo. Eran los hijos de las internas en los campos de refugiados republicanos de Sant Cebrià, Argelers y Ribesaltes. Recuerdo que su lectura me impresionó, entre otras cosas porque mi tío, que antes de cartujo fue rojo, estuvo preso en el de Barcarès. Montellà transmite con tanta viveza el calado del episodio que su libro ha tenido una secuela insospechada: desde el 2005, 75 niñas catalanas han recibido el nombre de Elna. Ahora, aprovechando que el próximo 12 de junio Elisabeth Eidenbenz cumple 95 años, convocan a estas Elnas a hacerse una foto conjunta para poder regalársela. La convocatoria es el domingo 8 de junio a mediodía en el Hivernacle de la Ciutadella, de modo que las parturientas sin nombre decidido tienen todavía tres semanas para traer una Elna al mundo y que salga en la foto.Por fortuna, el espíritu humanitario llevó a los suizos a Elna y no a otros municipios roselloneses de nombre menos eufónico: Banyuls, Bulaternera, Parestortes, Pollestres, Queixàs... Aunque llevar un topónimo de nombre tampoco es tan extraño. Montserrat o Núria lo son. En la web de Idescat compruebo que en el censo actual existen entre uno y cuatro catalanes que se llaman Barcelona, Igualada, Lloret, Manresa, Madrid o Vic, y más de cuatro que se llaman Salou. A eso lo llamo yo denominación de origen, y no a llamarse Vinyet (y ser de Sitges), Tura (Olot) o Guisla (Vilanova). En la Italia de Mussolini floreció una curiosa moda onomástica. Se lo leí a Roberto Rossellini en una entrevista. El cineasta explicaba que, tras la firma el 27 de septiembre de 1940 del pacto entre alemanes, italianos y japoneses, la euforia fascista hizo que muchos padres bautizaran a sus retoños con el nombre que reunía las tres primeras sílabas del eje Roma-Berlín-Tokio, es decir, Ro-ber-to. En honor a la hija de mi amiga Empar Moliner busco en Idescat cuántas niñas se llaman Ginebra y resulta que las hay en tres comarcas (incluso hay constancia de niños de una graduación similar, llamados Ron, Rom o Gin). En la lista de nombres femeninos, Elna ocupa el número 1.722 y Ginebra el 2.312. Brindemos por todas ellas. ...